martes, 21 de octubre de 2008

Filosofía Dophiniana


"Gran reto es vivir en el único país que pasa el día a oscuras, y las noches a claras".

viernes, 17 de octubre de 2008

Arte Arquitectura Ciudad CAV 2008











Las obras participantes en la Exposición – Subasta organizada por el CAV y FAU70´S titulada “Arte, Arquitectura, Cuidad”, constituyen una reflexión muy bien orquestada, sobre la ciudad como el espacio y albergue de la cultura, de la humanidad en todas sus dimensiones.
Los conceptos planteados se agrupan en cuatro categorías, de las cuales son ocho obras las que los exhiben con fuerza.
*Concepto 2 Luz: la luz caraqueña, coqueta, fluida y atrapada, paradójicamente, en la sensualidad de la forma y el color.
María Teresa Novoa. “Parque Los Caobos. Burjotas y burbojitas de Otoño”
Gianmarino Grazzi. “Tensión”
*Concepto 3 Cuentos de la ciudad: los hilos conductores de las historias urbanas.
Corina Rodríguez. “Metrópolis”
Alberto Asprino. “Diario de un registro. El parque del Este”
*Concepto 1 Globalidad: alusión a la multiplicidad dimensional del ser humano.
Gustavo Guinand. “Laberinto de 4ta.”
Eduardo Agelvis. “Una idea por Caracas”
* Concepto 4 Humanidad: Lecturas que enlazan orígenes, actualidad y destino de la civilización.
Luz María Charlita. “Hombre verde”
Ricardo Pérez. “Las Leyes de Mumford”
El esfuerzo realizado, en su totalidad, por artistas y organizadores, merece un reconocimiento especial, por la calidad estética presentada y por el valor benéfico que representa. Brindo por la continuidad de exposiciones como “Arte, Arquitectura, Ciudad. 2008”.
Olga Fuchs

lunes, 13 de octubre de 2008

Borges, el señor de los colores




Acudimos temprano, Miguel Ángel me acompañó a la inauguración, entusiasta y curioso también, por la técnica de soporte y montaje de las recientes obras de Jacobo Borges. Yo nadé en luz y color, disfruté los espacios de Julio Maragall, impregnados de color, color y más color. El maestro Borges nos llevó de la poesía escrita a la poesía del color, construyó un puente fluido, y nos acercó a la serenidad, en un proceso, paradójicamente, dinámico. Transcurrimos del poema, emoción, al trazo del color, acción. Toda esa caligrafía de la luz, que apreciamos el domingo, hecha con trazos de hermosas letras, y gestos, nos habla de trascendencias.
El maestro llegó, no ha cambiado mucho. Sé, pues lo conozco desde mis inicios en la escuela de arquitectura, que es preciso en sus respuestas. He de hacerle una sola pregunta, para mi blog incipiente. Me acerco y le pregunto al oído:
— ¿Cuál es tu color preferido?
—Ninguno, fíjate que no hay repeticiones, responde Jacobo, con una sonrisa.
El perfecto personaje para iniciar mis entrevistas “Prismas”, el firmamento así lo dispuso.

Olga Fuchs

miércoles, 8 de octubre de 2008

Hoy cumplo más que años


Hoy cumplo más que años, cumplo una promesa, a mi misma.
Soy testigo de personajes trascendentales.
Los regalos que me han dado son:
El amor, de mis padres, hermanas, Miguel Ángel, Carlos Miguel, Helena, familia, mi madrina y mi ahijado.
La amistad, de mis compañeros y compañeras de estudio ¿recuerdan el periódico estudiantil y los dibujitos de Chabela y los míos? ¡Ja! Adolescencia Pura. Mis compadres, también, me han dado mucho.
La sabiduría, de todos mis profesores, de todos he aprendido.
Es un inmenso honor haber tenido a Javier Mualeón, guía certero de mis inicios en castellano y literatura (CSVP); a Alberto Weisehann, en pregrado, introducción a la lógica de las ciencias (FAU, UCV); y a José Manuel Peláez, en postgrado, como tutor del diplomado en escritura creativa (UNIMET).
Un día, Mauleón, con su ternura disfrazada de voz de trueno, detuvo una lágrima, transparencia de tristezas, empeñada en huir, indecisa por cuál pestaña resbalar. Aprendí. Desde entonces, lloro poco, cuando lo hago, recuerdos alegres acuden diligentes, soplan sobre mi rostro, espantan las violetas marchitas, y rio otra vez, desde mis ventanitas castañas.

Hoy, mis amores, cumplo más que años. Cumplo las promesas, las esperanzas de mi misma.
Olga Fuchs

domingo, 5 de octubre de 2008

Filosofía dolphiniana


"Lo profundo o lo superflúo, depende del punto de vista"

sábado, 4 de octubre de 2008

Créditos fotográficos

Los créditos fotográficos corresponden a www.flickr.com y a Olga Fuchs, quien también ha realizado los montajes en photoshop.
Les agradezco comprender que no hayan aparecido dichos créditos, oportunamente, debido a cuestiones técnicas.
Atentamente,
Olga Fuchs

G & G II





Gonzalo, esa mañana de sábado, le exigió a Gladis que limpiara las ventanas del edificio porque él no quería ir.
— ¡Sólo tienes que limpiar del piso 36 al 39, no llegues al 33! Le ordenó.
Ella sólo limpiaba las oficinas por dentro, pero era su hombre. Tenía que obedecerlo, mujer sin hombre no era mujer. Era ley del barrio, pero ella se esforzaba por librarse, estudiaba el quinto año.
Entró por detrás del edificio ¿Para qué iba a saludar al vigilante? Comenzó a limpiar las ventanas, con su rostro bañado en lágrimas. Se miró reflejada en las ventanas, miró su alma vacía, escrutó su tristeza y sólo encontró una fría decepción. Su distracción causó que bajara mucho el andamiaje, los guantes mojados le hicieron resbalar las cuerdas. Llegó así al piso 33.
Asustada, trató de controlar el andamio, y en eso, vio a través del vidrio, en el interior, dos cuerpos amándose; más asustada aún, se arrastró hasta el otro extremo de las tablas, ya desequilibradas, por una ventanal mal cerrado, entonces vio un maletín lleno de dinero, en la salita anexa.
La brisa se llevó, de repente, su sobresalto. Decidió entrar a robar, por las ventanas entreabiertas, con aquellos dos amantes distraídos, le iba a dar tiempo a entrar, meter el dinero en su morral y salir.
La agilidad que le era propia la ayudó a deslizarse al interior, como una gata hambrienta, que olvida el precipicio que la separa de su presa.
Estaba adentro cuando escuchó:
— ¡Gonzalo, mi bruto, tú si que me lo haces rico!
¿Gonzalo? Curiosa se asomó y descubrió que era Gonzalo con la Sra. Bettina.
Ahogó un grito, la rabia se apoderó de ella, buscó el destornillador que tenía en el morral, entró furiosamente e hirió a Gonzalo, en la yugular, causándole la muerte. Miró fríamente a la ejecutiva, quien se quedó petrificada, agarró el abrecartas y la Sra. Bettina reaccionó aterrada, gritando, pero ¿quién la iba a escuchar?
— ¡No, no, por favor Gladis no me hagas daño! ¡Era sólo un ratico con Gonzalo, él no te iba a dejar, sólo me ayudaba en los encargos, tú sabes!
— ¡Toma perra!, dijo Gladis, y le clavó a la Sra. Bettina en el corazón, el abrecartas filoso.
Sintió cómo su rabia se iba drenando, como drenaba sangre del pecho de la traidora.
Recordó el dinero. Buscó otros guantes en el closet de la limpieza. Acomodó el sitio, borrando posibles huellas, metió el dinero en su morral, y limpió el maletín con pride. Cambió sus zapatos por los de Gonzalo. La ropa de la Sra. Bettina la guardó en una bolsa plástica. Tomó los pasaportes, legales y falsos, tarjetas y chequeras, las llaves, y las del carro, ya el Gustavito la ayudaría a vaciar las cuentas y a sacar ese motorcito con ruedas de la perra Bettina del estacionamiento.
Había tiempo para todo.
Volvió a salir por las ventanas, subió el andamio, lo guardó en la azotea. Bajó por las escaleras, y volvió a la oficina, abrió la puerta principal de vidrio, forzó la puerta de madera, para confundir, y cerró desde adentro las ventanas.
Salió, sin que la viera el vigilante. Llegó al rancho, se arregló, guardó en otro morral más ropa, mezclándola con el dinero, y la ropa de la Sra. Bettina, que tanto le gustaba.
Le dijo a la vecina que se iba por unos días a Bucaramanga y que Gonzalo se había ido al Táchira. Planeó con el Gustavito todo lo de los bancos, y se compró un celular de esos internacionales.
Ya iba camino al Oriente, buscando el sur, y a aquel garimpeiro ladrón, con el que se podía asociar.
Recordó su rostro lloroso reflejado en las ventanas, y lo borró para siempre.
La Sra. Bettina, conocedora de embauques y negocios de nivel, había comenzado una ampliación operacional y administrativa, con su destornillador favorito, impregnado del color de la venganza, en el morral.
Olga Fuchs®