domingo, 20 de julio de 2008

Cuentos de Luz


El Ventanal del Aeropuerto
La multitud se movía acompasada en un sentido y en el otro. La cinta mecánica se había trasladado pasajeros que arribaban o que salían de viaje en orden, sin interrupciones, sin sobresaltos. El andén móvil había funcionado durante años, desde la inauguración del aeropuerto. Sus dientes metálicos se veían desgastados, pero implacables encajaban uno detrás del otro, mordiendo el tiempo, destinos y almas distraídas por el sopor del jet lag. El sonido del aire acondicionado semejaba una cascada de fría agua, que detenía los alientos como besos abortados.

La figura de Esteban transcurría y se reflejaba en el ventanal de vidrio, frío testigos de los anhelos de ida y vuelta. Sentía Esteban esa sensación de ser observado incómoda y extraña, cuando encontró los ojos de Begoña que le sonreían desde el andén móvil del sentido opuesto al suyo, desde cierta distancia, acercándosele lentamente. Esteban no creía lo que veía. Su vieja amiga aparecía de nuevo, después de veinte años sin saber nada de ella.

Esteban gritaría a viva voz:
—Begoña, Begoña. —Y luego de una pequeña pausa añadía con otro grito—: Begoña, Begoña, soy Esteban García.

Begoña reía ya abiertamente reconociendo a Esteban, y en el justo momento de pasar uno frente al otro, la cinta rodante se detenía.

—Begoña, hola. —decía entusiasmado Esteban luego de un fuerte y cariños abrazo—: Tantos años sin vernos, pero estás idéntica, no has cambiado. .

—Hola querido Esteban—decía Begoña, correspondiendo al saludo de su amigo. —: Tantos años sin vernos, es verdad, pero no olvidamos nuestros rostros. Qué alegría me da…—. Pero no pudo terminar la frase porque una fuerte explosión al fondo del pasillo rodante había sucedido.

Miles de pedazos de los vidrios del ventanal voyerista volarían a una velocidad increíble por el confinado espacio en aluminio y grises alfombras con negros detalles de vinilo, teñirían de rojo todo aquel claroscuro.

El ventanal roto se extendía en mil pedazos, plata en reflexión, sobre los pasajeros inertes como maniquíes de vitrina, lo que en realidad siempre habían sido.

jueves, 15 de mayo de 2008

Opinión



De la heroicidad que se bebe
Por Olga Fuchs

Nuestros objetos de disertación son Simón Bolívar y Gatorade.
La raza humana es guerrera. Hoy día estamos en varios tipo de guerra, uno de ellos es el de la guerra mediática y publicitaria. El ganar está asociado a una necesaria gesta heróica y a las estrategias implementadas correctamente. Simón Bolívar en el siglo XIX, emocionó a los pobladores de la Venezuela de ese tiempo, con la esperanza de consumir un producto: la libertad.
y la emancipación económica. Este producto fue promocionado correctamente, pues la independencia económica de nuestro país se logró, a pesar de las penurias de la lucha, la emocionalidad y la vehemencia que explotó en el pueblo Simón Bolívar, dio los frutos esperados.
La república instaurada fue evolucionando hacia otros derroteros en el que, ya agotado el prócer, no tenía cabida.Después de su muerte, él pasó a ser un producto más, gradualmente.
Gatorade realiza un impulso similar: bebida energizante para ganar la contienda deportiva y la diaria del trabajador rutinario, enviando el mensaje claro “si consumes la bebida restauradora de fluídos de los héroes del siglo XXI, serás también un triunfador.”

Simón Bolívar y Gatorade son símbolos poderosos, tal como marcas registradas, en el mundo cívico militar, el primero, y en el social deportivo, el segundo. ¿Qué sucedería si los asociásemos en una campaña publicitaria? Si tuviésemos la licencia para hacerlo como estrategia de mercado hoy, tendríamos éxito, sin duda.

La explotación de Simón Bolívar hoy como héroe de la Patria es intensa y constante, porque funciona, porque es legitimizar productos cívico militares. El uso de Simón Bolívar como imagen lo inició Antonio Guzmán Blanco, conocido como el autócrata civilizador y su pariente lejano, al crear el bolívar de plata como unidad monetaria nacional, el día 31 de Marzo de 1.879 y nombrar la plaza central de la ciudad de Santiago de León de Caracas como Plaza Bolívar en la que se erigió la estatua ecuestre del recién nombrado como “El Libertador”, obra de el escultor Adán Tadalini, el día 7 de Noviembre de 1.874, dando inicio a una suerte de franquicia: en toda ciudad o pueblo venezolano,la plaza central es denominada “Plaza Bolívar”. Se dio inicio al uso y abuso de la figura de Simón Bolívar como figura emblemática e inspiradora de la Patria, de progreso y de revolución justificada por nobles propósitos, como la Libertad. Antonio Guzmán Blanco, astuto político, detectó la necesidad de renovar el entusiasmo y la felicidad de las masas, e ideó, así, una ruta de la conciencia de masas a través de héroes, en especial Simón Bolívar, quizás no haya sido el primero en el mundo, su admiración por la cultura francesa, es muy probable que le haya dado luces al respecto. La utilización de Simón Bolívar como imagen y símbolo patrio continúa vigente.
Gesta heróica de la guerra de independencia tiene su correlativo en la gesta heróica de los deportistas actuales, por alcanzar la hegemonía individual o de sus equipos sobre otros.
Gatorade es un producto de consumo de masas, por lo tanto aplica la Psicología del consumo. Psicología de la realización y el logro por vía de la emancipación. Creado por el Dr. Robet Cade, para controlar el delicado equilibrio corporal de los atletas, en los encuentros deportivos, ascendió en su rata de consumo vertiginosamente, después del apoyo que le dio el “Miami Herald” (1966), en una reseña, donde se exaltaban las propiedades de Gatorade, la bebida que sentir confortables y competitivos a los miembros del equipo ganador el “Florida Gators”, del que tomó el nombre definitivo el producto, durante el encuentro. En algunas fotos publitarias enmarcan a determinados atletas en una suerte de horizonte, de nubes electrificadas, muy parecido al fondo de la obra pictórica “Mi delirio sobre el Chimborazo”, que recrea a un Simón Bolívar rehaciéndose.
La marca comercial Gatorade, es denominada como “bebida milagrosa” y explota la heroicidad de sus consumidores estrella, asociando su consumo al éxito de sus gestas. Es uno de los patrocinadores en más de ochenta países, de numerosos equipos, ligas y federaciones deportivas.

Concluímos que en nuestro siglo XXI, los promotores de la marca registrada Simón Bolívar, apoyarían y promocionarían Gatorade, dada la posibilidad, él mismo lo haría, no lo dudamos, pues su inteligencia de líder detectó la oportunidad de abrir una franquicia de España en las Indias, demostró su poder para promover productos a través de la manipulación emotiva y los empresarios de Gatorade también estarían encantados en esta alianza, pues todos nos queremos asociar con figuras relevantes, exitosas y emblemáticas

Esta bien, es el negocio.







miércoles, 16 de abril de 2008

Cuento de luz


Un hombre cruza la calle
Olga Fuchs


Un hombre cruza la calle solitaria, ese domingo de Semana Santa. Escucha el teléfono público que repica al llegar a la acera, centra su atención en el aparato y se aproxima. Le sorprende una voz, antes de él contestar, que le reprende su lentitud:

— ¿Por qué tardas tanto? Anselmo Benítez, el sistema no puede esperar más por ti. Las fallas son imperdonables. ¿Necesitas unas piernas nuevas?

Anselmo siente un escalofrío y contesta nervioso:

— ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? Es Domingo de Resurrección, hoy es día sagrado y de descanso. Comienza a enfurecerse. — ¿Tampoco hay descanso hoy? ¡Qué tiranía!

No recibe respuesta, sólo el clic de cierre de la llamada. Siente la sangre en su cuerpo, su pulso acelerado, los nervios que le ganan de nuevo la respiración, la indignación que le hacen olvidar su destino.
Alza la mirada, ve unos hombres que corren y se pierden de su vista al traspasar la esquina, donde queda en el suelo un pañuelo rojo que destaca, con brillo, sobre el caliente borde de petrificado cemento.
Anselmo escucha a lo lejos la misma voz, pero sin comprender bien las palabras que pronuncia; intrigado sigue esa fonación, que ya no es su lenguaje, ni su palabra comprendida.
Una fría brisa aclara el vapor del asfalto y alza en vuelo al rojo tinte, ahora, infantil papagayo sin dueño.
Anselmo intenta correr tras el pañuelo, pero recuerda los hombres misteriosos. La angustia del absurdo rojo deseo, lo paraliza y comienza a sentir sus piernas vaciadas en plomo, en contraste con sus cabellos, flotantes halados por el mismo soplo liberador de la tela apasionada.
Mira hacia la gris esquina tragadora de hombres y se queda sorprendido al ver la punta de sus cabellos halados hacia él, por la misma burlona brisa.
Pies y piernas de plomo, cabellos y angustias de aire.