sábado, 18 de febrero de 2017

Malkovich en La Térmica




La Térmica ha presentado desde el 15 de octubre de 2016 la exposición inédita en España “Malkovich, Malkovich, Malkovich: Homenaje a los maestros de la fotografía” del prestigioso fotógrafo norteamericano Sandro Miller, un fotógrafo estadounidense reconocido por su trabajo publicitario y  especialmente por su colaboración con el conjunto “Steppenwolf Theatre Company of Chicago”. Este proyecto ha sido producido por diChroma photography y  ha permanecido expuesto al público  hasta el 29 de enero de 2017.
La Térmica es un centro de creación y producción cultural contemporánea situado en la ciudad de Málaga gestionado por la Diputación. Como foco cultural y social impulsa la creación y la difusión artística. La Térmica da cabida a todas las formas de expresión artística, desde las artes escénicas a la moda, pasando por el cine, las artes plásticas, la música, el diseño, la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo o el pensamiento, programas de residencias, talleres, formación y apoyo a creadores y emprendedores con aportación de recursos económicos, técnicos y humanos necesarios para garantizar el crecimiento profesional de los participantes.
Miller, en 2013, ideó el proyecto que consiste en una selección de 41 de las más memorables fotografías del siglo XX con el ingrediente de la reinterpretación. Decidió que dicho “performance” fuera protagonizado por el actor John Malkovich, quien es uno de los grandes actores norteamericanos del siglo XXI, como sujeto en cada imagen. Así, apreciamos cómo Malkovich, muta desde Salvador Dalí hasta Meryl Streep con soltura, ya que tiene una gran capacidad de transformación en diferentes personajes, en este singular homenaje a la historia de la fotografía. Pero ahí no finalizan estas consideraciones, porque se hacen evidentes aspectos subyacentes a las imágenes presentadas: Miller desafía a Roland Barthes y a Michael Fried.
Según Roland Barthes en “La Cámara Lúcida” el “punctum” vendría dado por la fascinación, por la emotividad, que provoca una respuesta en el espectador, por algo que no se busca, sino que sale de la escena para "punzar" a éste. Son elementos que se incorporan al azar en la imagen y se encuentran en fotos que no están conscientemente hechas. Basta con verlas, para percibir esa punzada en pleno rostro. Se dan siempre dentro de un encuentro azaroso, nunca premeditado. Sin teatralidad. Para Barthes el hecho de posar  es un elemento teatral.
Al hacer que Malkovich pose frente a su cámara, Miller, altera el interior de de las fotografías elegidas para la alquimia y Malkovich se posesiona de la escena, se altera a sí mismo, se fabrica otro cuerpo, y se transforma con anterioridad en imagen, y manifiesta: “También soy distintos mirar, soy el que creo ser, el que quiero que otros crean que soy, el que el fotógrafo cree que soy, y aquel quien yo quiero ser”.
Por otra parte se presenta la posición de Michael Fried: El punctum  está latente en las fotografías contemporáneas para brotar de ellas, revelarse por medio del inexorable paso del tiempo”.
Miller juega con la teatralidad al impulsa una continua imitación, sin cesar, lo que da lugar a la creación de una impostura (teatro), añade numerosas capas de pátina, otorgada  inexorablemente por el tiempo a las fotografías seleccionadas y de vieja data, y así oculta el “punctum”, antes latente, y le impide revelarse. Miller desafía a Roland Barthes y a Michael Fried, al “punctum” y al tiempo.
Ahora bien, el resultado que se impone de este reto, remitente a la escena del enfrentamiento entre el protagonista de “Dangerous Liaisons” el vizconde de Valmont (John Malkovich) y caballero Raphael Danceny (Keanu Reeves), es que el gran vencedor, a diferencia de la citada interpretación, es Malkovich pues confronta al espectador con el argumento contundente de su actuación y dice en cada fotografía de la muestra:

   Touché. 


Fotografía original Dorothea Lange "Migrant mother" (1936) 
Fotografía original Andy Warhol “Green Marilyn” (1962)
Fotografía original Philippe Halsmann “Salvador Dalí” (1954)

 Fotografía original Horst P. Horst “Mainbrocher corset”(1934)


 Fotografía original Annie Leibonitz “Meryl Streep” (1981)









sábado, 4 de febrero de 2017

Adivina cuál perfume llevo




Carolina perdió su bufanda en el mercado de Huelva. Se lamentó por ello por largo tiempo y más porque el invierno arreció en la tierra amable de Andalucía.
Le dijo a su esposo en vista de que su querida bufanda no aparecía por ningún lado:
—Deseo una bufanda igual a la que extravié, negra, sin más adorno que unos flequillos y que no arme bolitas.
Su esposo la escuchó con atención, y creo que también alguien más.
A los días y ya de regreso a Málaga, fue a un centro comercial para hacer unas compras para la celebración del día de Reyes que preparaban en su piso, junto a los hijos y los consuegros; allí fue a la estantería del sector  papelería para buscar algunos obsequios y tarjetas que aún le faltaban. Alzó la vista y encontró una bufanda negra y lisa sobre el aparador, doblada con cuidado. Era exacta a la que había deseado con intensidad. Observó la pieza y la tomó entere sus manos y la olió, la encontró impregnada del perfume que tanto le gustaba. Comprendió que pertenecía a una mujer. Continuó con la búsqueda que la había llevado hasta allí y una vez en la caja para pagar, se dirigió a la cajera y le notificó de su encuentro. Esta le respondió:
—A esta hora no se encuentra el gerente y yo no puedo recibir ningún objeto perdido. Ya estoy de salida, comprenda señora. Venga mañana en horario de oficina y haga la entrega por favor.
Se retiró del local y fue a encontrarse con su esposo que la esperaba en la cafetería. Le comentó lo sucedido y él se sorprendió de la casualidad. Luego de terminar de tomar el café se marcharon a su casa.
Al día siguiente ella ideó una estrategia para localizar a la dueña de la bufanda.
Procedió a acariciarse con el perfume e impregnó a la bufanda negra. Se arregló con esmero y al rato fue a la calle Larios, donde comenzó a preguntar a la gente en la calle si reconocían el aroma que la envolvía a ella y a la chalina. Algunos colaboraron de buena gana y con ánimo, pero no acertaron; otros se enojaron y consideraron que era una impertinencia, armaron un escándalo y hasta notificaron a unos policías, quienes le llamaron la atención:
—Señora, no puede estar molestando a los transeúntes con sus preguntas.
—Oh, pero no estoy haciendo nada malo o fuera de las normas de convivencia.
En medio de la perturbación salió al paso una joven quien se acercó e intervino:
— ¿Cuál es tu pregunta?
—Tienes que adivinar cuál es el perfume que me rocía a mí y a esta bufanda.
—“Aire” de Loewe—. Respondió.
—Así es —. Añadió Carolina y la tarde se impregnó de notas cítricas verdes que acompañaron a las mandarinas de Messina, sonrieron a los limones de Calabria, abrazaron al Jazmín de Grasse y al ámbar de Styrax, hasta aparecer de último el Sándalo de Mysore que invitó a descubrir el almizcle del Tíbet. 

Ilustración: Olga Fuchs